sueño
en el regazo de algo imposible,
mi descanso dormita,
babea, casi ronca. Pero se desconcierta
con el sonido de un trueno
o de algún carro que pasa.
si lo conociera mejor,
diría que le teme a soñar con la abuela
o con aquella cueva
o con aquel balcón.
ya viene el alba, apresurada,
dándole vuelta a la esquina.
yo, a mi descanso, lo cobijo.
le canto una canción de cuna,
de sillón, de petate en el suelo,
de cualquier superficie
dormible.
pero no me hace caso.
le pesa mucho
algo que no tiene nombre.
y entre más me canso yo,
más se espabila.
remedios
una palangana
bajo la gotera,
una curita en la rodilla,
frenillos, masquin tape,
un par de clavos,
muletas, cedazo a la ventana,
un taco de servilletas pa’ la pata de la mesa.
un trago.
algo que te distraiga.
pretensiones de plenitud.
ignorar la culpa.
una luna llena, un puño en el pecho,
un párpado sobre el ojo,
el aliento del sueño
en los pulmones.
la soledad tiene una elegancia
la soledad tiene una elegancia
que se parece a la fama.
un glamour mohoso
que a uno le da alergia.
tiene nombre de muchacha rica,
de hija de papi,
con la que uno quiere
pero que no quiere.
tiene un humor a caldo de pollo,
a la olla grande puesta en la cocina
horas de horas.
y sabe
de tantas maneras
que uno a veces no se da cuenta
de que se la está comiendo
a cucharadas rebosantes
con todo el gusto del mundo,
chupándose los dedos,
quedando vulgarmente
lleno
hasta que amanece
o despierta en algún
momento de la noche,
con una indigestión
insoportable.