toda la luz
toda la luz aparece y la sombras se esparcen
el hombre llega a verse las manos nuevamente
dentro del círculo ya nacido.
toda la luz estará frente al cordero y al dueño de la llave
que tiene en su cuerpo las marcas del hierro
porque ha sido golpeado y maldecido
porque ha sido llamado dentro de un grito antiguo
espectro contra el aire.
toda la luz danza sobre el cielo
cerca del hijo que rompió el gozo de la antigua uva
que multiplicó el alimento con la sangre del alma
y que golpeaba su voz con palabras irreconocibles
que abatió la mentirosa caricia de la mentira
porque esta carne que comen –les dijo-
ha sido del cielo antes
porque esta sangre que beben
ha sido de cuando el camino desconocido era tentado.
porque a lo sereno llega la luz
al suspiro calmo
al acoplado brote de la semilla
a la oscuridad y al hambre
a la visión de la carne y el canto del ave sobre el fuego
porque este pan que les alimenta
alguna vez fue la sangre de mi padre
y sus huesos iluminados.
toda la luz danza sobre el cielo
porque será conocida la historia del hijo
que flanqueada las estrellas
que será el maná sagrado en este sitio de tambores
y cruces agonizantes
que besará este corazón alerta y ruidoso.
ángel
hijo de la sombra y del polvo que soy
la eternidad me atrapa en las líneas de mi mano
quiero esconderme del miedo
pero a lo lejos los perros cantan.
no sufrirá la primera sombra la duda de mi origen
ni los rectos signos sobre mi corazón
recordando melancólicos aquelarres de sangre
superficies conocedoras de los huesos y los rituales
superficies talladas sin esencia y sin edad.
los dedos se adentran a los espejos
y resquebraja el temor tímido de la oscuridad
a lo lejos los perros cantan oraciones fúnebres
todo cae no hay pasto alguno solo flores secas
dejando colores mortecinos en sus huecos.
la luz se adelanta parpadea y flota
disipa miedos que irán a esconderse a las colinas
se queda quieta la sombra sobre los altos muros
y el fulgor estéril de la noche barre todo.
romance de la muerte presurosa
la muerte pergeña ilusiones concisas
la muerte te habla al oído las palabras repetidas
la miras a los ojos con miedo
tus recuerdos vacíos no te salvan del salto
luego la luz te roza la cara y te quedas detenido.
es alta la luz
es tímida la muerte y la besas tranquilo
dentro de ella se agitan las palomas oscuras de la tarde.
ahí está
cerca de ella las flores se marchitan
detenida en el cerco
distante y precisa
con los ojos cerrados
ahí está
la dulce y eterna amada mía
que sigilosa afronta los umbrales debidos
toneladas de éter no verán un nuevo ciclo
y si todo se calmara un día?
y si todo lo que proviene de ella se nos hace duradero?
sus imágenes oníricas se derriten en la nada
todo se disuelve sin ocupar espacio
la muerte se sostiene en un sólo ángulo
el alma no es propia
no pertenece más que a eternas tierras llanas
rayos de creación bifurcando superficies
esencia conductora
su mano señala la apertura ficticia.
– Nueva York, Estados Unidos –
Arte – Maurice Sapiro