El vitalista
Si me miras demacrado,
acabado por el tiempo,
con la fe desfalleciendo
y sin fuerzas para amar;
si mi rostro inspira miedo,
o la ausencia de deseo,
y la bestia del desprecio
me persigue por detrás;
no me juzgues derrotado
pues, por muchas cuchilladas
recibidas por la espalda,
no renuncio a la batalla
ni emprendo la marcha atrás.
No me importan las derrotas,
las cadenas ni los muros,
pues no hay fuerza que detenga
mi imparable voluntad.
Desde Troya hasta Sodoma,
de Bagdad a Yaxchilán,
resplandece nuestro imperio
y se extiende al más allá.
Por más nubes en los cielos,
por más triste porvenir,
hijo de Fortuna y Cristo
siempre invicto he de salir.
Copyrigth. Mario Carlos Martínez Espinosa
CDMX, México.