Una invitación a leer poesía – Del libro: Acercamiento a la Poesía.
Lea poesía.
Nada revelará más sobre qué es poesía que un libro de poemas. Un libro de poesía dice más que todos los tratados de teorías, como bien acertara a decir T.S. Eliot: “las teorías del poeta deben fluir de lo que escribe y no lo que escribe de sus teorías”. La crítica es inseparable de la poesía; pero ésta hace de la crítica una negación. La poesía le impone una tensión severa, es tan maravillosa que ningún instrumento sirve para medirla; mucho menos un juicio individual o colectivo podrá jamás encasillarla o definirla. Y es tan difícil dominarla con una mirada, hay tanto misterio y tanta hondura, tanta sinergia e irracionalidad, tanta luz y tanto universo. Se sabe que todo argumento crítico tiene algo de ficción, también la poesía. En ella todo vuelve al verso conciliándose a la naturaleza que en el poema perpetuamente crea y recrea, muere y resucita las realidades nuestras.
¿Le gustaría saber cómo y por qué se escribe poesía? ¿Quiere acercarse al ser y descubrirse usted mismo? ¿Quiere aportarle a lo escrito su experiencia y vivencia? Lea poesía, la que le guste o la que lo emocione, lea des-preocupado, no trate de descifrar ningún secreto, no los hay, no busque fórmulas, no es matemática aunque multiplique o divida. No trate de interpretar, si la poesía lo conmueve, es válida y no tiene que entenderla. “Nadie escribiría versos si el problema de la poesía fuera hacerse entender” −decía Montale−. Descubrimos entonces que los poetas no buscan que los entiendan, escriben por vicio o por necesidad, perseguidos por sus obsesiones, o por las realidades que solo ellos contemplan. Ese es el vicio necesario del poeta: escribir.
Y es que un libro de poemas es un banquete, donde tanto el que escribe como el que lee, se sirven a su antojo, cada uno ofrece su verdad, cada uno aporta su experiencia. Cuando lee un libro poemas usted también lo escribe, lo vuelve a reescribir, nunca es el mismo libro, usted habrá hecho una recreación a partir del original, también podrá crear, ser co-creador, iniciándose, obrero maestro y partícipe del hecho creativo y esa participación nos satisface. Si siempre habrá poesía, jamás faltarán lectores, porque son tan necesarios para que subsista la escritura; no puede haber uno sin el otro y viceversa.
Descubra qué hay tras los tanteos del poeta, el nuevo yo siempre incorporado, el mismo, el nuevo mismo, el otro. Descubra las diversas maneras de estar en un poema, el placer, el movimiento, la ascendencia, el descubrimiento de lo ajeno y lo nuestro, la celebración. Saber qué siente, qué trae, qué revela una metáfora, además de ser “lo mismo y otra cosa”.
Sea parte del juego, lea salido de usted mismo, con los ojos abortados mírese desde afuera. Cuando lee, usted no es la imitación es el original. De alguna manera influye en lo que está escrito. Lo que está en el poema, se magnífica en uno, y lo que no, lo que esta sugerido, lo que calla, es más silencio que podemos completar con nuestro propio silencio. Es su lectura, su manera de interpretar, lo que llenará esos “huecos” que ha dejado el que escribe. Los que están dispuestos de manera adecuada son los que logran trasmitir la maravilla del acto poético. Excelentes traductores de un mundo, ellos son el espejo que refracta la creación. Cuando se lee, se observa uno mismo y esa contemplación siempre nos deleita. El poeta Paul Celan definiría así el arte de la traducción, para él: leer poesía, oírla, escribirla y hasta tratar de comprenderla, es siempre un ejercicio de traducción, así que traducimos siempre, cuando escribimos y cuando leemos.
¿Qué es lo real? ¿Hasta qué punto nos acercamos a la verdad? ¿Cuál verdad? Lea y su verdad será también válida y quedará establecida. ¿Qué es lo íntimo? No hay diferencia para el hombre de hoy, para quien el universo y lo que lo rodea no es más una representación. Todo integrado al hombre, lo significativo y lo intrascendente, todo importa menos y todo va a la poesía. ¿Estaremos cambiando? Puede ser; lo cierto es que se vive con otra percepción, y con un sentido distinto del tiempo y del espacio.
Lea poesía, siéntase impulsado por el instinto y el enajenado vigor de las palabras, ellas son más que fuerza, no son solo soluciones imaginarias, son la existencia y movimiento; siempre avanzando, ponen en marcha toda esa corriente luminosa que desborda un caudal de eternidad. Leer es el mejor camino para desandarnos de tanto dolor y malos momentos. Leer es resucitar, nos pone de pie, nos vivifica, hace que el hombre nuevo que nace o se recrea en la poesía sea un ser superior dotado de lealtades y una nueva conciencia. Leer es haber vivido mucho tiempo, es aprender de otros, ser herederos de una memoria colectiva, con ese poder de integrarnos desde lo individual. Leer aproxima, es repetirnos y es multiplicarnos.
Lea poesía, la lectura siempre será lo mejor, nos acerca a la vida que realmente anhelamos o nos gustaría descubrir, nos mejora y todo lo que nos hace crecer y mejorar, lo que nos concilia con esas grandes verdades que ignoramos, nos gratifica. La lectura es diálogo que busca desentrañar el más oscuro y misterioso sentido de las palabras, sus hondos significados, pero va más allá. No importa que tanto avancemos, o qué poco descubramos, hay un deleite siempre en las palabras, ellas son como la buena música, despiertan ese hambre y deseo de evocación. Y todo lo que nos provoca un deseo, es bien recibido. Festejemos esa poesía que nos incita al hallazgo y a la contemplación. Poesía que nunca será excusa, sino una invitación a quedarnos. Tomemos sus ofrendas y acerquémonos a la divinidad, vayamos masivos en su riego febril y desbordado, en su develamiento. Si la escritura es representación, cuando leemos volvemos a presentar un universo íntimo o colectivo. Entonces también la lectura es acción creadora y transformadora del mundo.
Todo lo escrito precisa de un lector para llegar a ser realidad, para manifestarse. Si todo existe por la lectura, leamos entonces, ella encierra muchísimas maneras de la existencia. Si la escritura reconcilia, también la lectura es el puente necesario, el camino que nos acercará a otros y a lo eterno. Lectura es el tránsito a la búsqueda, una invitación para encontrar lo definitivo, lo que siempre estará extendiéndose hacia la infinitud de lo vivo.
Poemas del libro; Esta palabra mía que tu ordenas
Esta palabra mía que tú ordenas
Esta palabra mía que tú ordenas
estos duelos que caen de la luz
siguen llevándome a tu noche
a ese ruedo infeliz de las nostalgias.
Estoy cerca del júbilo
en esa fraternidad de la palabra
cerca más cerca
esperándote
en la docilidad del fuego
y la escritura.
Amar
como si todo el peso del tiempo
nos moviera la sangre.
Amar como la muerte
cuando besa las rocas
en su profunda memoria sin borrarlas.
Amar con certezas
como se aman las luces más puras sin tocarlas.
Como ama el fuego ese carbón trizado
que lame su entraña innumerable
y el verso las honduras
de abismados silencios
donde busca nacer.
Como se ama la piedad
la llama que va arder
en la cifra apagada de esa música.
Como cuando el verano madura el fruto
en su saciada soledad.
Amar así como náufragos
aferrándose
resistiendo la sed
los soles multiplicados del delirio
los vientos en su duro rumor
la liviandad del agua en su tormenta.
Hiérame aquí
ven
corta ese ramo de luz
andaré ciega.
Tenderé un puente
entre los dos espantos
germinaré
rosa de nadie
bajo ese sol primero
que ordena los silencios.
Nunca diré
por mucho que hable el verso
que corra
que finja
que forje multitudes de laberintos
con tu cara.
Aunque sigas impregnándote
en esa corriente salobre
donde va la luz mitigada y feliz.
Aunque caigamos
en el mismo
abismo
y me sujetes los soles
y rodemos.
Así ardamos en sílabas hundidas
y yo aprenda
y tu aprendas
y me ames
y te ame
y se vuelva inevitable el grito.
Ni así diré.
Viento de mí desgarre
viento que olí
y mordisqué en su ternura.
Viento mío
incesante
desarropándome
tan cerca el amor
tan cerca.
Los pájaros recogiéndome en su huella
la sombra
fingida sombra en su holocausto.
Tú la espiral que abracé
la letra melancólica hollada.
Ritmo de mí
paloma en su nido de fiebre
todo gira en tus ojos
−el viento y yo−
las olivas armoniosas del verano.
Está cayendo de la luz
de los signos
y vuelve a estar de pie en el aire
como volcán hilado por el fuego.
Inconmovible
en cada trazo hirviente del milagro.
Plantado
como el fiero ángel de la melancolía.
Está creciendo el cielo
y esta lluvia
un antojo en su vuelo feliz.
Cayendo de la música
néctar en su hilada blancura
un sol en su piedra de sombra estremecida.
Muero
también muero del amor necesario.
Este hombre es algo más
que un ángel destructor
puede poblarme de letargos.
Cubre y descubre
crece y decrece
se ofrece y cercena.
Como un arcángel plantado ahí
en los catorce versos que escribirá el delirio.
Arrimándome
la rosa de las lluvias
el fruto maduro del aire.
Escucha mi sangre
escucha como se quiebra
bajo el ungüento de caricias.
Muero −me muero−
Este hombre junta las sílabas
sopla y dispone como Dios
otra resurrección.
Pero tú derrumbas el muro
que es después de esta oscuridad.
Y vas en mi ojo
en su hipnótico silencio
en esa regresión unánime
espigado
ofrendándote.
El sol se abrió para nutrir tu boca
las buenas luces
en sus eternidades.
Cúrame
dame el maná
dame la flor azul
Amor el signo con que escribe la muerte.
Tu acierto fue amarme
cuando la luz
en su desgaje infeliz
cortaba de un tajo los inviernos
y yo era la sed
lo lamido por el fuego
y la memoria.
Te esperaba mi sangre
acudían mis gaviotas a ese llamado.
Tú eras la fuerza
lo bendito amparándome de mí
de los infiernos que hay en las soledades.
Tu acierto fue adivinarme
bajo el escombro
y el rocío
bajo la fría lápida del miedo.
Te esperaba mi temblor
ese pacífico vaivén de aves y palabras.
Fue lo abierto de tu mano
y la ternura recogiéndome
trayendo al amor
lo domado aliviando las heridas
esa desazón con que la muerte premia.
Deletrea el signo
y nómbrame.
Ardo en las sombras
intratable
en lo salvaje de la luz
amotinada.
Trae ese desvarío
lo minado en su sed
lo impuro que mueve la sangre.
Ahora soy un animal
en su abierto deseo
cruzo la hoguera inmensa
de la noche
doblando su espejismo.
Ahora soy la irrealidad
un cuenco vacío de esperanza.
Odalys Interián (La Habana 1968) Poeta, narradora y crítica. Presidenta y editora de Lyrics & Poetry Editions y miembro de AIPEH Miami (Asociación Internacional de Poetas y Escritores Hispanos). Columnista en la revista poetasyescritoresmiami.com, en la sección: Universo poético. Instructora del Taller de Creación Poética del Centro de Instrucción para la Literatura y el Arte. Tiene varios libros publicados, Respiro Invariable (Extramuros, 2008), Espacio Mínimo (Extramuros 2009) y Nacieron en La Habana (Sur Editores, Ecuador 2009). Ese mar que me vence (Snow fountain 2014). Recopiladora de la antología Equilibrios contrarios (Snow Fountain, 2015). Su obra le ha hecho merecedora de premios nacionales e internacionales: También del concurso La Nota Latina, en la categoría cuento (2013). Premio en el prestigioso Concurso Internacional de poesía Facundo Cabral (2013). Segundo premio en el concurso de cuento La nota Latina (2016). Primera mención en el I Certamen Internacional de Poesía Luis Alberto Ambroggio 2017. Cuarto lugar en el concurso Cuéntale tu cuento a la nota latina 2017. Primer premio en el concurso de Poesía de Miami: “Hacer arte con palabras” 2017. Poemas suyos aparecen publicados en la revista Metaforología y Calle B. Tiene cuentos publicados en la Antología: Todos contamos (Snow Fountain, 2016), Historias que cuentan (Snow Fountain, 2017). Colabora con la revista Nagari publicando cuentos, ensayos, y poesía. Tiene además publicado los libros: Salmo y Blues (Espiral Publishing, 2017) y Sin que te brille Dios (Lyrics & Poetry Editions 2017) Recientemente publicó el libro de ensayos: Acercamiento a la poesía (Lyrics & Poetry Editions 2018).