Mis Raíces
Crecen
lentamente y lentamente se expanden,
infinitas
y tímidas se alimentan pero no cesan, lo devoran todo y todo nunca es suficiente, quieren más.
Por mi boca fluyen sonoras, lo cambian todo cual prosa dorada de letras que destellan, pero nunca las
escuches de más… ¡huye! ¡escóndete! ellas mienten, un mundo sin estructura no puede ser real.
Por mis pies rompen el concreto dejando huellas humeantes e hirvientes. Por mi sangre negra y
estrellada -como la noche- caminan espesos los mitos de mi existencia, escritos en tinta cósmica, mis
leyendas. Y por mis ojos, mueren intoxicadas de nostalgia, ahogadas de tanta realidad.
Pero luego…
cual combustión espontánea,
mis manos las reviven en su tacto bullente y por mi sexo líquidas brotan ardientes y mi piel se embriaga
de su sal.
Crecen, lentamente, siguen creciendo por dentro y por fuera, se expanden furiosas y furiosas me
queman, se alejan de mi, lo beben todo, todo, sedientas y gordas redondas regresan.
Me queman, lentamente me queman,
enmarañadas a mi cuerpo me penetran mis raíces
por dentro y por fuera en una
llama mortal.
Soy mi laberinto
Nací, y otra vez y a partir…
Sigo naciendo a cada equinoccio, a cada solsticio,
a cada tiempo se renueva esta piel de áspera corteza
y recobra su místico brillo de ámbar.
Nací, en un principio,
del bautismo cristiano que no pudo ser
y del otro que fue en aguas de río pedregosas
en las afueras de la ciudad de los santos,
los mismos
que ahora penden orgullosos de mi cuello.
Nací, y otra vez y a partir…
Sigo naciendo a cada luna llena, a cada tormenta
a cada página que leo y a cada otra que escribo
reinventándome en/o historias ajenas,
acertijos,
buscando siempre
la ignota causa primera de mi unidad universal.
Nací sin pretenderlo
un día
del verso mas desesperado de Neruda,
de la rosa mas fragante del milagro
de Ibarbourou,
de la sonrisa pagana de Hipatia,
de una principesca imagen de melancolía
en Sonatina,
de el Quijote y su lúcida locura,
y
del mas onírico delirio de Saint – Exupéry.
Sigo naciendo, sin detenerme,
mutando,
a ratos consciente y en otros, pareciera que dormido,
en piel de serpiente,
ave, cocodrilo,
poesía
o metal.
Y otra vez y a partir…
Sigo naciendo libre y con rima,
fluyo del verso y el universo me aproxima
a la formula etérea y por demás arbitraria
de mi creación inmaterial.
Porque antes fui roca,
y ahora
una quimera
con largos brazos como puentes
o ríos
sobre los que cruzan mis fantasmas,
todo lo que fui, lo que soy
y la única certeza de lo que un día
seré,
la palabra escrita.
.
Arte – Denis Sarazhin