I
Ante esta forma de ser consciente
tan sólo un impulso puntual nos pondrá a temblar las piernas /
Te lo dicen estos dientes
(que mis pulsos se colapsen si te dejo querer)
que han mascado la tragedia /
Te lo dice este desierto
(que los címbalos me doblen si te falto alguna vez)
que calcina en horas punta las pupilas de los seres /
Justamente en ese instante en que había llegado (casi)
al disfrute de esa fobia que distancia a los extremos
los muy ladinos se amigan y van de repente y se tocan /
Y te quiero más que a nadie
porque ahora los latidos asesinan a los dogmas
Más que al aire que respiro
justamente en esta noche en que el verbo se eterniza
//Pero que más que a mi madre (no)
porque madre sólo hay una
y tu hallazgo fue en un bingo
aguardando allí expectante (turbada y casi febril)
tu momento en el azar//
Nuestras madres se auto amputan al amparo de los dogmas
aunque el dúo más opuesto por su bien se estabiliza
y se amiga (si hace falta)
con la fe de entrar al bingo
La propia inercia del mundo
y los dientes y desiertos que han mascado la tragedia
al final (nos guste o no)
nos podrán partir las piernas
II
Quien conserva solamente la inquietud de la mudanza
menosprecia de algún modo la existencia de algo más
aunque también las certezas de mármol
(con el tiempo y otros golpes)
se acaban mancando los brazos
Cualquier asonada sin normas (surgida tan sólo del caos)
durará dos días contados
//Siempre ocurre de igual modo con la sed del hombre pobre
que se aplaca al corto plazo (justo al poco de beber)
y después ciega la fuente//
¿Por qué nos vale la arenga si el ejemplo es bien distinto?
Bajo su foco de luz adecuado
(bien peinado y maquillado)
hasta el ser más sanguinario
parece de mejor familia
Si desoyes las señales
(porque piensas que lo malo sólo aflige a los demás)
el tranvía del destino al final causa disgustos
Ante dicho panorama
el primero que aparezca presumiendo de cabeza
o vendiendo en su pancarta
la ilusión de la verdad
muere en acto de servicio
El día en que llegue mi hora línchenme en el conticinio
Me dejaste muy confuso ese día en que dijiste:
“Te daré con esta verga”
*Cuando te vi llegar hacia mí (ya instalado el conticinio)
con semblante avinagrado y esgrimiendo un palo largo
creí llegada mi hora*
Saciada la sed de los pobres morirá la disidencia
El retorno a lo de siempre es elipsis de los brazos
Lo que es ineluctable al final te arrollará
Arte – Jackson Pollock
Pedro López Fernández (Cehegín, 1.966) es licenciado en derecho y empleado de banca. Reside en España, en la ciudad murciana de Cehegín. Finalista del Premio de Poesía Ciudad de Barbastro (Hnos. Argensola 2014) Sus poemas aparecen en revistas y espacios literarios como: Monolito, El Humo, El Grito Literario, Cultura Colectiva, Nocturnario, Nagari, Digo Palabra TXT y Río Grande Review. Autor de las novelas El Magistrado Cuernavaca (2014) y Las cenizas de Manhattan (2018) ambas con Editorial Amarante. plf1210@hotmail.com